Un cuarto de sangre

Vivo en una habitación oscura, por el suelo, un cuarto de toda la sangre que tengo. Quizá suene a exageración pero llevo seis meses aquí encerrado, solo tengo una cama, una silla y escondida mi preciada libreta, donde día a día escribo todo lo que veo en este lugar.
No paran de aparecer demonios vestidos de blanco, quieren asustarme con pruebas y preguntas, pero no les tengo miedo, yo no contesto nada. De vez en cuando viene gente como yo, prisioneros de ellos. A veces me hablan, otras solo me miran, con la expresión de terror que tenemos todos. A ellos les dejan salir, yo, vivo solo, no me abren la puerta. Me dicen que es por mi bien, pero yo no les creo, Carl tenía razón, no debía haber hablado de él, tenía razón, son gilipollas, me llaman loco. Aquí los únicos locos son ellos.

Han pasado otros seis meses y siguen negándose a dejarme salir. Ayer entró uno de esos seres a echarme la bronca por chillar tanto y dar golpes, no sabe lo que hace el pobre incrédulo, esa vez le dejé ir, solo porque Lucy me lo dijo. A su vez Carlos iba tirando todas las pastillas que me daban, no me tomaba ninguna, no van a drogarme. Hoy todo estaba demasiado tranquilo, hasta que el repugnante diablo que me chilló ayer apareció otra vez, diciendo que parara de hacer ver que todos mis amigos existían, porque solo eran imaginación mía. Esta tanda la gano yo y ahora la sangre del suelo no es un cuarto de la mía, es toda la del llamado Dr. Morty, y al final estará la de todos. Solo si mis preciadas voces me lo ordenan.

Judit Johnson

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