¿Es posible la reducción de riesgos en el marco escolar?
Comencem el curs
26/09/2014
Comença un nou curs. I amb aquest us deixem una entrada que ens fa molta il·lusió: una publicació que gira al voltant de la prevenció i els centres escolars, i que hem tingut el privilegi d’escriure amb el company i amic Carles Sedó.
I aprofitem per ensenyar aquesta foto que respon a un mural pintat per Laia Saborit davant de l’IES Celestí Bellera. Bonic i necessari missatge en època de retallades, crisis injustes i categoritzacions inútils:
Durant el 2013 els companys David Pere Martínez Oró i en Joan Pallarés van editar el llibre Placeres y riesgos: manual para entender las drogas’. Com els mateixos autors escriuen: ‘La finalidad última del manual es dar herramientas para realizar intervenciones efectivas, sensatas y pragmáticas.’ Conjuntament amb en Carles hem tingut l’oportunitat d’escriure un article al voltant de l’aplicabilitat de les polítiques de reducció de riscos en el context escolar. Ha estat fantàstic poder-ho realitzar amb un amic i un professional de contrastada experiència, sensatesa i visió crítica com ell. De fet, sempre l’hem anomenat en aquest bloc com un dels pares teòrics d’aquesta tasca que és la prevenció (sense que a ell li agradi la teoria, que no la sistematizació).
Dèiem en la introducció de l’article: ‘La reducción de riesgos, una alternativa abierta a la complejidad del fenómeno del consumo de drogas, no renuncia a entender que la abstinencia seguirá siendo la manera más segura de evitar ciertos problemas. Se plantea observar el consumo de las drogas desde planteamientos positivos –la mayoría del alumnado se abstiene o consume de forma controlada–, de forma constructiva, y entiende que la escuela es un marco idóneo para intervenir. Trabaja conjuntamente estrategias de prevención primaria, con otras de detección precoz y prevención selectiva. Y entiende que aunque un centro educativo debe proponer por norma la abstinencia, los proyectos preventivos que implementa no pueden tenerla como único objetivo.
Esta afirmación es polémica en el contexto escolar. Pese a que ha sido aceptada por buena parte de la sociedad, su aplicación en el entorno educativo no está exenta de polémica. La idiosincrasia y la propia dinámica de los centros en ocasiones parecen incompatibles con estas metodologías de intervención. Los profesionales de la educación pueden sentirse incómodos con este discurso y, dada la formalidad, normativa y estructura de las escuelas, resulta difícil atender esta necesidad.’
- Per a descarregar-lo en pdf: http://observatoriodrogas.files.wordpress.com/2014/07/capicc81tulo-10-la-reducciocc81n-de-riesgos-en-el-marco-escolar.pdf):
Algunes parts del text:
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Debe abordarse el tema potenciando la responsabilidad de las elecciones en el uso de sustancias, alejándose de posicionamientos paternalistas. Aunque el contexto facilita que se trate al alumnado como niños –y ellos a responder como tales–, el tema es lo suficientemente serio para ser tratado de manera adulta; esto es, tomando una elección libre que sopese sus posibles repercusiones tanto en uno mismo como en las demás personas.
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‘Difícilmente se cuestione que una profesora dé una opinión no contrastada sobre los efectos de cierto consumo, o que acceda un policía a dar una charla sobre las consecuencias legales indeseables relacionadas con las drogas. Sin embargo, un trabajo de reducción de riesgos puede ser frenado o cuestionado bien por las propias creencias del profesorado o bien por el miedo a reacciones desmesuradas por parte de las familias’
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Los adolescentes y, todavía más, los jóvenes estarán acostumbrados a navegar en lo que se refiere a las drogas en discursos diferentes y muy a menudo contradictorios. De sus iguales y de internet recibirán sin restricción alguna una amplia información sobre las drogas y sobre cómo consumirlas. En cambio, en el centro educativo recibirán pocos contenidos, pero sí información de los riesgos, los problemas relacionados –con tendencia a maximizarlos– y muchas sugerencias sobre cómo evitar su uso. Y todo en un contexto ideológico en el que se asocia el consumo a una falta de habilidades sociales y a una supuesta “presión de grupo” de la que son víctimas, mientras que fomenta la creencia de que sólo la abstinencia tiene que ver con estas habilidades o la correcta toma de decisiones.
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La reducción de riesgos en el marco escolar debe adaptar las intervenciones a las necesidades de los jóvenes –y no las de quiénes la interpretan– y a su realidad. Que la venta de alcohol o de tabaco está prohibida a los menores no implica que no las consuman y –en consecuencia– que les convenga disponer de pautas sobre como usarlas. De ahí la importancia de plantear con un lenguaje cercano situaciones análogas a las que vive y entender que no son incompatibles la defensa de la normativa con las pautas preventivas de reducción de daños.
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Intervenir preventivamente en el marco educativo implica intervenir también con las familias y profesionales del centro. Prevenir no es sólo actuar directamente con el alumnado también atender todas las cuestiones que alrededor de las drogas se pueden generar. Tendrá que tenerse en cuenta que si bien las familias acojan con buenos ojos la intervención preventiva que busca la abstinencia, no tenga la misma actitud ante la reducción de riesgos.
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